Llegar a la iglesia Elim  fue un refrigerio para mi vida que se encontraba desordenada y en angustia porque mi matrimonio era un desastre, al borde del divorcio, tampoco podía salir embarazada. Por muchas razones busqué a Cristo, y gracias a Dios llegué a una buena casa espiritual donde me sentí cómoda y pude crecer espiritualmente. Aquí me enseñaron a orar y al año llegó mi esposo Daniel y juntos comenzamos una vida espiritual que gracias a Dios ha dado buenos frutos. También recibí mi milagro de quedar embarazada de mis dos hijos, Daniel y Daniela. Me siento bienaventurada.